Nov 07
2013
Quienes me conocen saben que no soy amante de los museos, quizá porque soy más de probar y trastear, y no siempre me atrae la idea de ver las cosas desde la distancia y la pura teoría. Eso es aplicable a museos que mantienen un sentido más clásico, o que muestran obras intocables por su valor o estado de conservación. Desde luego reconozco el valor de estos espacios para la preservación del patrimonio: sólo que me suceden pocas cosas interiormente cuando los visito, y por eso no me atraen.
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