Entre los tipos de votos hay que diferenciar a dos niveles: los que cuentan (de algún modo), y los que no cuentan en la determinación de escaños..
El voto nulo o la abstención son decisiones que no afectan al reparto de escaños ni al umbral de votos mínimos, por lo que no condicionan la representación política. La diferencia principal es que el voto nulo consta en las actas de las mesas electorales, mientras que la abstención sólo consta al comparar estas actas con el censo.
En lo relativo al voto a partidos o en blanco, estos tipos votos son considerados votos válidos. Este detalle es incide, como se comentará más adelante, sobre el umbral mínimo de votos para el reparto de escaños. Cabe comentar que, según la Legislación Electoral para las Elecciones Europeas (apartado de España), los partidos reciben una subvención de 3 millones de pesetas (Unos 18030 Euros) por escaño, y 100 pesetas (60 céntimos de euro) por voto recibido.
Antes de eso hay que aclarar el efecto del voto en blanco. Mientras que el voto nulo y la abstención quedan atrás, el voto blanco llega a las semifinales del proceso. Y afecta en un aspecto clave: determina el umbral mínimo de votos válidos. El voto en blanco presenta posturas a favor y en contra. No entraré en ese detalle, que cada cual valore.
Sobre los enlaces anteriores, vale la pena comentar algo: creo que el cálculo que se realiza en el enlace en contra del voto en blanco es incorrecto, aunque su valoración final es correcta.
Según el caso que comenta: Si hay 10000 votos a partidos y 5000 votos en blanco, el total de votos válidos es de 15000, por lo que el 3% de esta cantidad sería de 450 votos. Esto significaría que los partidos con menos de 450 votos se quedan fuera del reparto de escaños.
Si no hubieran votos en blanco (sólo 10000 votos a partidos), el umbral se situaría en 300 votos. Si esos votos en blanco se dirigieran a partidos (15000 votos a partidos, 0 en blanco) el umbral quedaría en 450 igualmente. Es decir, el voto en blanco afecta al umbral mínimo de votos como si fuera otro partido, pero luego se descarta en el reparto de escaños.
El 3% parece poco, pero ahora hay que mirar a las consecuencias: ¿A qué partidos afecta más este tipo de voto? el efecto del voto en blanco incide más en los partidos minoritarios. El voto en blanco dice quién pasa a las finales electorales (mis disculpas por utilizar un argot deportivo), que es el reparto de escaños según los votos recibidos por los partidos.
Este 90% obedece a un caso más práctico, ya que el 10% de votos a partidos quedaría repartido entre partidos, pero es una cifra orientativa, no exacta. Para ser exactos, por encima del 97% de votos todos los partidos quedarían fuera. Considerando 15000 votos válidos, si 14550 fueran en blanco, ningún partido llegaría al reparto de escaños.
Entre los dos extremos (minoría de votos en blanco, y mayoría de votos en blanco), se puede aplicar una técnica habitual en economía: el análisis de sensibilidad. El objetivo es entender cómo afectan los cambios graduales (en este caso el total de votos en blanco) sobre el resultado final.
Si simuláramos un aumento gradual en los votos blancos, veríamos que los partidos menos votados van cayendo de la lista de finalistas. La lista de descartados aumentaría, hasta llegar al extremo comentado antes: no hay partidos que superen el umbral del 3%.
Pero ojo: antes de eso, podría darse un caso extremo: que sólo el partido más votado superara el 3% y contara en el reparto de escaños (por lo que se quedaría con todos los escaños) Esta situación revela la principal consecuencia del voto en blanco: perjudica primero a partidos minoritarios, y luego, gradualmente, a partidos más votados.
Como efecto derivado de lo anterior, y siempre a efectos de reparto de escaños, el voto en blanco equipara el voto a partidos minoritarios (que no llegan al 3%) al de la abstención o el voto nulo.
El proceso de reparto de escaños obedece a una proporcionalidad. Si convertimos los votos absolutos en porcentajes de votos (con mucha precisión en los decimales de los porcentajes), el resultado es el mismo. Esto lleva a concluir que el reparto de escaños es un juego cerrado de suma cero: un voto hacia un partido es un voto menos para el resto. Eso sí, su peso depende del total de votos. Por lo tanto, cuantos más votos quedan fuera del reparto, más importancia tiene un peso adicional.
Esta consecuencia, en el contexto de alta abstención que están presentando las elecciones europeas, tiene un efecto muy importante. Esto también afecta a la importancia del voto en blanco: cuando el total de votos a partidos es menor de lo habitual, cada voto a un partido cuenta mucho más, y cada voto en blanco hace más probable el descarte de partidos minoritarios.
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